Xavi me pidió un pastel para celebrar el cumpleaños de su hermano. 18 añitos, ay, quien los pillara de nuevo, esa energía que ahora me falta muchas veces (pero con la experiencia que dan los años, si es que lo queremos todo).
A su hermano siempre le ha gustado Pingu, desde pequeño, así que me dijo si podría hacerle un Pingu con su famoso trineo. El pastel no iba a ser de fondant, sino cubierto de chocolate blanco (que me da mucho respeto, porque no queda ni de lejos tan perfecto como el chocolate negro). Y me preguntó si podría ser en forma de iglú, dificultad añadida. Le dije que lo iba a intentar, porque con fondant es fácil modelar, añadir efectos y grabados, pero si su ayuda no sabía como podría quedar.
Este fue el resultado. Tengo que decir que cuando estaba a medio hacer no me gustaba nada, hay que ver lo que cambia todo una vez vas añadiendo detalles. Arquitectónicamente dudo que la estructura se sustente, jajaja, porque la típica forma redondita del iglú acabó siendo más picuda. Pero conseguí que el efecto bloques quedara más o menos bien. Y a Pingu lo puse tirándose con su trineo de una mini rampa improvisada.
El bizcocho es de vainilla con almíbar de naranja, relleno de ganaché de chocolate con leche (una nueva variedad que compré con una ligero toque de caramelo que está de vicio), y cubierto de ganaché de chocolate blanco.
Pingu y yo esperaos que hayáis pasado un feliz fin de semana. Aquí tenemos ahora una tormenta con rayos y truenos, pero mi huerto lo agradecerá seguro. Ya recogí mi primera lechuga "hoja de roble" y el resto va creciendo. Espero cada año con muchas ganas recoger las primeras judías verdes y sobretodo los primeros tomates, mmm, ¡que saben a tomate!. Y mirad qué fresas más ricas recogió mi hija el otro día:
Lo próximo será ponerme manos a la obra para el concurso que organiza For The Cakes, espero tener tiempo porque me vienen muchas ideas a la cabeza, pero luego el tiempo se agota rápido.
¡Hasta la próxima!